Consecuentemente, las cualidades y las aptitudes necesarias en los dirigentes ya no son las mismas que las que se requerían en épocas pasadas. Hoy por hoy, en un mundo más globalizado y competitivo que nunca, los dirigentes deben, por un lado, hacer frente a situaciones en las que no tienen pleno control y por el otro, ser capaces de renovar sus conocimientos y capacidades continuamente, especialmente en los aspectos relacionados con la infotecnología sino quieren verse rápidamente desplazados. Del mismo modo si hasta hace unos 25 años lo que se valoraba en un dirigente era la cantidad de gente que tenía a su cargo, a día de hoy tienen mucha más relevancia su capacidad para gestionar las ingentes cantidades de información que recibe por múltiples medios o la forma en que se adapta a la complejidad del entorno.

Todo ello nos ha llevado hasta un punto en el que cada vez queda más claro que existe una escasez de directivos a la que aún no somos capaces de hacer frente. Rubén indica en su trabajo dos de las nuevas tendencias en lo que a la dirección se refiere como son las empresas sin dirigentes, al estilo de algunos insectos, o los “niños dirigentes” que estén familiarizados con las nuevas tecnologías. Aunque de su adopción se derivarían algunas ventajas, coincido con el autor en que también existen unos problemas nada desdeñables y, en mi opinión, no son la solución a dicha escasez. Tendremos que esperar, por tanto, para comprobar como solventarlo, pero teniendo claro que según aumente la complejidad del entorno, aumentarán proporcionalmente las cualidades necesarias en los dirigentes.

Alberto Arenal Cabello