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Archivo de Noviembre de 2009

Texticulario: una posible nueva herramienta educativa

Viernes, 6 de Noviembre de 2009

Cuando uno se dedica a estudiar con interés algún tema expuesto en libros o artículos diversos, si éstos están en soporte de papel, el estudioso subraya párrafos, señala figuras o esquemas, escribe comentarios aprovechando los espacios en blanco, etcétera, de tal forma que va resaltando los aspectos que considera más importantes o significativos para analizarlos más a fondo, para recordarlos, o sencillamente para recortarlos y así facilitar el repaso posterior del libro en cuestión. Entre los elementos señalados se incluyen normalmente referencias que cita el autor a textos de otros, que, con fines de profundización o ampliación de conceptos o de datos, serán objeto del mismo tratamiento una vez localizados o adquiridos.

Ahora pongámonos en el supuesto de que el lector estudioso sea un profesor o conferenciante, que algún día tenga que explicar con fines didácticos estos temas, u otros relacionados, o que se proponga escribir algún artículo, libro o informe sobre asuntos relacionados con los temas señalados. La selección cuidadosa que hizo en sus lecturas, que a fin de cuentas recoge los aspectos más sobresalientes del tema de la exposición o enseñanza y quizá algunas claves para facilitar su comprensión, puede ser de gran utilidad para, una vez copiados -por supuesto citando siempre a sus autores- en otros documentos, facilitárselos a los alumnos o participantes, complementándolos con comentarios hablados y debates presenciales u “online”, según la circunstancias. Tras estas sesiones de enseñanza o de conferencia didáctica, es conveniente pedir a los alumnos que, para asimilar los extractos de textos y los correspondientes conceptos involucrados, amplíen su lectura siguiendo las textos originales completos o partes suficientemente extensas y que resuelvan determinados supuestos o ejercicios.

Esta extracción de textos sobre diversos temas complejos es algo que vengo haciendo desde hace algún tiempo, estudiando lo que escriben distintos autores, y que recojo en documentos de uso personal para un uso futuro, bien para sintetizar las principales ideas, bien con finalidades educativas. A tales documentos los estoy llamando texticularios y así es como denominé en público a una selección sobre redes que empleé en una conferencia del curso sobre Ciencia de las Redes y Contexto el pasado día 2 de noviembre.

El término “texticulario” produjo algunas risas entre los asistentes cuando aclaré que se escribía con x, no con s. Posteriormente, he buscado con Google, para comprobar si era una palabra nueva, y me he encontrado, entre otras, con texticulario andaluz. Pero yo tengo mi propia definición:

La palabra ´muestrario´significa “colección de muestras de mercaderías”. Por tanto, una colección de textos breves (extractos) tomados de libros o artículos, sería un texticulario. Una porción estrecha, corta o pequeña, de un texto podría llamarse textículo (con x), lo mismo que fascículo, término proveniente del latín, significa hacecillo, diminutivo de fascis o fasces (haz, en latín). ¿Qué es una muestra: según el diccionario de la R.A.E.?: “parte o porción extraída de un conjunto, por métodos que permiten considerarla como representativa del mismo”.

Siguiendo el artículo 32 del Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado el 12 de abril de 1996, la creación de texticularios con la finalidad aquí expuesta es algo legal: “”Es lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual, así como la de obras aisladas de carácter plástico o fotográfico figurativo, siempre que se trate de obras ya divulgadas y su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juiciio crítico. Tal  utilización sólo podrá realizarse con fines docentes o de investigación, en la medida justificada por el fin de esa incorporación e indicando la fuente y el nombre del autor de la obra utilizada”. Con el mismo objetivo didáctico y similar estructura de lo que aquí estoy denominando texticulario, aunque con otro nombre, puedo citar el caso del libro El vuelo de la inteligencia, cuyo autor, el famoso filósofo, pedagogo y escritor José Antonio Marina dedica las últimas 50 páginas de su libro a lo que él llama “Antología de textos, a modo de bibliografía”.

Para terminar, véase a continuación un ejemplo de textículo, extraído de un artículo de varias páginas, con el objeto de ilustrar, junto con otros 20 textículos más, mi conferencia en el curso sobre REDES arriba citado:

Angela Delgado y Diego Rasskin-Gutman, Redes, el principio vital, en el libro Banquete_Nodos y Redes, Seacex & Turner, 2009, pp. 79-84: “las redes procuran identidad a las partes del sistema. Nos construimos, la vida se construye, se organiza y se selecciona a partir de los ritmos de sus relaciones (…) Pero las redes no son materia organizada, no son nada más que una pulsación, un mensaje, diferentes potenciales de energía, bits de información, una serie de funciones, son las luces y sombras que rítmicamente dibujan las diversas rutas en el espacio y en el tiempo que tiene y puede seguir un sistema. Sí, forman parte del sistema vital, pero ¿habría infinitas redes si los patrones o la materia no las limitasen? Las redes quedan secuestradas entre los patrones materiales de las formas naturales, aquellos patrones que se han reconocido como las partes afines de un sistema. Las redes sociales y nuestras creencias quedan secuestradas por el modo en que se organizan los individuos de una sociedad o por el modo en el que definimos qué es una individualidad.”