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Archivo de la categoría "4. Trabajos INTL individuales"

Síndrome de Diógenes digital, futura patología infotecnológica

Miércoles, 17 de Enero de 2007

Con este comentario no pretendo criticar vuestro trabajo, sino introducir una concepción alternativa de la infoxicación (sobreinformación) más cercana al usuario. Para enfatizar la cercanía y hacer más amena la lectura de mi exposición, manifestando previamente mi nula intención de causar ofensa alguna, seré osado, cáustico y mordaz.

El rigurosísimo y objetivísimo análisis cuantitativo realizado por la famosísima universidad de Berkeley, en las 112 páginas que lo conforman, no es más que un estudio sin trasfondo alguno que en ningún momento se aventura a plantear las consecuencias que tales niveles de información podrían acarrear. Su lectura me recuerda al visionado de las fastuosas producciones cinematográficas de Hollywood, las cuales camuflan exitosamente un nulo argumento bajo efectos especiales de cuantías astronómicas; como dato anecdótico, Berkeley y Hollywood pertenecen al mismo estado y, como dice el refrán, “todo se pega, menos la hermosura”. Las cifras estratosféricas que presenta el mismo sin duda atraen la atención del lector, incluso la mía, pero no son más que asépticas cifras. Antes de continuar y remitiéndome a la declaración de intenciones realizada en el primer párrafo, me gustaría aclarar que en absoluto desprecio el ingente trabajo desarrollado por la universidad, sino que por el contrario lo aprecio y admiro.

Diógenes de Sinope, filósofo griego y asceta donde los haya, adoptó con rigor los ideales de privación e independencia de los bienes materiales, para él la propiedad era un impedimento para la vida y, por tanto, no adjudicaba ningún valor a ésta. El ahora tan en boga síndrome de Diógenes, recordando las múltiples noticias sobre él emitidas, nos muestra a una persona, a veces varias, que acumula todo tipo de objetos y basura en su domicilio sin control, rehusando cualquier acción que implique la reducción de sus pertenencias. Entonces, ¿por qué denominarlo síndrome de Diógenes? Tal vez sea por que queda muy ‘cool’ adjuntar el nombre de un filósofo a una nueva patología, pero espero que no se deba a confundir ascetismo y austeridad con soledad o aislamiento. Diógenes renegaba de toda pertenencia, mientras que los que padecen la susodicha enfermedad hacen lo contrario, acumularla. Por todo ello, por decisión propia y consejo materno, prefiero denominarlo, en la privacidad para evitar confusiones, síndrome de anti-Diógenes.

Ahora, particularicemos y concretemos. Para ello, tras acceder a mi particular disco duro y buscar la partición o carpeta de mayor tamaño, no me resulta difícil encontrarla y asociarla a mi partición de archivos descargados (descargas). ¿Descargados de dónde? De la web, no; de Internet, sí. Concretando, las descargas proceden de redes peer to peer, realmente también hay algunas procedentes de la web pero tal es la ingente cantidad de información procedente de estas redes cooperativas que el resto de fuentes son despreciables. Aquí me gustaría calificar esta información, ya que no estoy refiriéndome a la etérea y exorbitante información a la que tenemos acceso medida en exabytes, sino a aquélla que materializamos en nuestro disco duro, es decir, aquélla que conscientemente decidimos descargar de la red a nuestras vidas.

Yo también realizaré un análisis cuantitativo, pero haciendo uso de cifras más cercanas y tangibles, en lugar de sorprendentes e increíbles. Para que resulte más verídico y menos impresionante, asociaré la información a aquel formato en el que su consumo se produce con mayor celeridad, el vídeo, cuya tasa ‘bytes consumidos/segundos’ es mayor.

Hace un mes, el año pasado, un amigo me comentaba que descargaba de media 14 gigabytes de información al día. Teniendo en cuenta que una película en formato DivX ocupa 700 megas, tales gigas equivaldrían a 20 películas. El nivel de sobreinformación es claramente visible, pues si una película tiene hora y media de duración, el sujeto tardaría 30 horas en ver las películas que se descarga en 24, es decir, jamás podrá disfrutar de la información que descarga, entonces, ¿por qué continúa descargando? La infoxicación (neologismo propuesto por don Fernando) es la respuesta. Esta persona se encuentra infoxicada, aventurándome incluso a considerar que su descarga compulsiva, como bien indica el adjetivo, podría ser consecuencia derivada de un trastorno obsesivo-compulsivo. Tal y como expone nuestro profesor, “un exceso de información anula la reflexión”; esta frase se refleja perfectamente, ya que el individuo bajo estudio, para alcanzar tales tasas de descarga, es incapaz de elegir qué desea realmente adquirir, por lo que descarga sin control ni reflexión alguna, incluso almacenando cientos de DVDs sin etiquetar ni clasificar.

Según la variante de la ley de Parkinson presente en el libro “Más allá de Internet: la Red Universal Digital”, “la información se expande hasta ocupar todo el tiempo y el espacio disponibles”. Ya hemos demostrado cómo realmente puede ocupar todo el tiempo, por lo que nos centraremos en el espacio. Desde que tuve mi primer disco duro de 420 megas, siempre he pensado que “el tamaño no importa”, por muy grande que lo tengas siempre acabará quedándose pequeño, ya que almacenarás en él cada vez más información, borrando únicamente ficheros cuando es condición necesaria para introducir datos nuevos. Pero con mi planteamiento quiero ir más allá del espacio digital y extrapolar la sobreinformación al plano analógico, mostrando finalmente el síndrome de (anti)Diógenes digital.

La información descargada no sólo se almacena en los discos duros, sino que es transferida a CDs y DVDs, principalmente para poder continuar descargando al congestionado disco duro. Teniendo en cuenta que su diámetro es de 6 centímetros y el área ocupada de 113,1 cm2, su almacenamiento no es despreciable y, por tanto, considerando su continuo incremento debido a la grabación masiva de información en ellos, con el paso del tiempo podrían pasar a ser un problema importante al reducir la habitabilidad de nuestro hogar, es decir, la información se expandiría hasta ocupar todo nuestro espacio vital, erigiéndose en forma de baluartes digitales de un defenestrado conocimiento. Es cierto que con el avance de la tecnología cada vez se almacena más información en menos espacio, pero también aumenta la capacidad de las conexiones a Internet y, por ende, la calidad y tamaño de las películas descargadas. Además, el infoxicado, por su anulada capacidad de reflexión, almacenaría también información en dispositivos obsoletos, ya que desprenderse de bit alguno le supondría un trauma; de hecho, yo mismo aún poseo algunas decenas de disquetes en espera de ser ejecutados, en el sentido destructivo de la palabra.

Como anécdota y para sentir en persona la experiencia de estar infoxicado, maximicé mis descargas durante los primeros días del año, adjuntando una imagen con los resultados del ensayo.

Datos de las transferencias realizadas

Para terminar, si en un futuro, esperemos lejano, visionáis en las noticias a un ajado individuo sepultado por un maremágnum de vetustos contenedores digitales de información, espero que me recordéis por la presente postal y no por atisbar mi demacrado rostro a través de vuestras televisiones de altísima definición.

Un saludo :-).

Comentario sobre la postal “Edublogs en entornos docentes”

Martes, 16 de Enero de 2007

Debido a la mínima realimentación positiva que se ha producido entre los trabajos en equipo de EPR, siento necesidad de comentar al menos uno de ellos y, como todos ellos poseen un elevado nivel, elijo éste por no haber sido aún presentado públicamente.

En vuestro trabajo realizáis una muy correcta y prolija dicotomía enumerando los aspectos positivos y negativos de un edublog, la cual secundo en su totalidad; sin embargo, hay ciertos aspectos que, a pesar de ser positivos, bajo ciertas condiciones pueden degenerar y convertirse en el origen de nuevos factores negativos, por lo que realizaré una breve exposición sobre estas excepciones.

La interacción y diálogo entre los miembros de una comunidad semiabierta como es el edublog evita el pensamiento único, posibilita la disparidad de opiniones, fomenta el debate, facilita la réplica y, en consecuencia, potencia la generación de conocimiento. Todo es cierto y positivo, sin embargo, todo ello favorece un enfrentamiento etéreo, enmascarado por las buenas intenciones, que puede degenerar provocando caos e ira, el enfrentamiento de egos (o sus correspondientes álter egos).

La raíz de este enfoque surge de la experimentación con los foros, predecesores de los blogs, de los cuales el autor, a pesar de ser lector, se ha autoexiliado voluntariamente como escritor. En ellos, cuando alguien redacta un comentario como respuesta y en oposición a un mensaje anterior, por desgracia, es muy habitual que el autor del mensaje refutado se sienta dolido, ofendido e incluso atacado, respondiendo a éste con tono arrogante, afrentoso e incluso injurioso. Si ambos contendientes dejan la razón a un lado y toman la prepotencia por bandera, el constructivo debate que podría haberse iniciado se transforma en una destructiva porfía, convirtiéndose la inocente ironía en humillante sarcasmo y el intercambio de mensajes en lanzamiento de insultos. Sé que mi exposición puede resultar extremista, pero esto favorece la comprensión de la situación que expongo y permite que cada lector la diluya al grado que considere oportuno.

El análisis anterior puede extrapolarse sin mayor dificultad a los edublogs, habiendo diversos factores atenuadores y potenciadores.

1.    La educación es elemento clave. Como atributo personal, dos personas educadas difícilmente caerán en las redes del insulto fácil; por otro lado, como proceso de socialización y aprendizaje, será distinto el comportamiento presentado por dos estudiantes universitarios que por dos alumnos de instituto, tanto por su edad como por sus conocimientos.

2.    El anonimato es arma de doble filo. Si bien es cierto que puede dar pie a que alguien pierda la timidez y se aventure a comentar un post, también facilita la adopción de una actitud agresiva sin miedo a las represalias. La inclusión de nombre y foto en nuestros blogs anula totalmente este factor.

3.    La dimensión del edublog, su tamaño, es variable de la función encargada de calcular la probabilidad de que suceda un enfrentamiento de egos por tres razones distintas. En primer lugar y lógicamente, a mayor número de usuarios es más probable que una confrontación suceda. Por otro lado, el incremento de la comunidad dificulta su administración, pudiendo introducirse indeseados agentes externos que llenen de ruido, en forma de comentarios soeces, la comunidad. En último lugar, una mayor cantidad de blogs implica un elevado número de posts que incrementan nuestra presencia en Internet, la cual se refleja intensificándose los enlaces a nuestro edublog mostrados por buscadores como Google y, como resultado, aumentando el número de visitas no deseadas causantes del ruido anteriormente comentado.

Finalmente y a pesar de haber excedido la longitud del comentario que tenía pensada inicialmente, un par de párrafos, creo haber manifestado cabalmente el aspecto negativo deseado, siempre y cuando las continuas llamadas del dios Oniros no me hayan ofuscado y vuelto confusa mi exposición.

Un saludo y buenas noches.

Hermeticidad, propiedad de ansiada desaparición y perpetua manifestación

Lunes, 15 de Enero de 2007

Cero más uno, uno;
uno más uno, cero.

Esta oración matemática, cuya estructura podría proceder de la recitación de un nativo digital durante su educación primaria, no pretende resaltar la saturabilidad de la representación digital binaria, sino realizar, y valga el pleonasmo, una abstracta descripción dentro de una introducción abstracta de un objeto no menos abstracto, la cinta de Moebius, Möbius para los sajones, cuya singularidad radica en que posee un único lado. Tras esperar a que los taoístas se recuperen del desconcierto causado por esta peculiaridad, podemos afirmar que avanzar en la particular banda, suponiendo nuestro objetivo un punto de ella, no sólo puede acercarnos a nuestra meta, sino también alejarnos de ella. Esta paradójica situación será contrastada mediante la narración de una anécdota que ejemplifique el concepto de hermeticidad y clarifique al lector.

Érase una vez un ignorante individuo de técnico álter ego Elphin. Una fría mañana soleada, día único del año en el que los churumbeles de algunos países de tradición católica unánimemente deciden madrugar motu proprio, nuestro protagonista se dirigía, montado en un volador corcel subterráneo (Metro de Madrid, vuela), a proteger a una indefensa damisela electrónica. Resumiendo, concretando y “desonirizando”, iba a instalar un antivirus. Antes de entrar en materia, realizaré una breve definición de la hermeticidad, una de las veintiuna propiedades insólitas de la Red Universal Digital definidas por el catedrático Fernando Sáez Vacas.

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Hermeticidad, no; hermetismo, sí.

La hermeticidad es una propiedad negativa y, por tanto, indeseable. Ésta aúna las dificultades, obstáculos e impedimentos presentes en la R.U.D. que actúan como generadores de un campo de fuerza que rodea a ésta, barrera psicológica que se alza frente a los usuarios evitando la utilización, aprovechamiento o comprensión de la infraestructura tecnológica. Abstrayéndonos de toda particularización y considerando a los potenciales usuarios de la infotecnología como un todo, oso afirmar que la hermeticidad es una propiedad, aunque mutable, perenne, pues la subjetividad que conlleva su interpretación hace impracticable alcanzar una solución consensuada que dé como resultado el fin de ella, ya que la caída de un muro para uno puede significar el alzamiento de uno para otro. Sin querer entrar en mayor detalle y menos aún en absurdo debate, poniendo como ejemplo a un usuario del sistema operativo Linux y a otro de Windows, no resultaría difícil encontrar algún factor que atraiga a uno y cause repulsión al otro, y lo digo como usuario técnico y estudioso, pero en absoluto orgulloso, de múltiples sistemas operativos.

¿Por qué hermeticidad y no hermetismo? Aunque lo ignoro, posiblemente sea para mantener una homogeneidad entre las propiedades, visible tanto en su sufijo generador de nombres abstractos, –idad, como en su género femenino derivado del uso de éste; sin embargo, gracias a esta elección puedo hacer uso de la palabra hermetismo y asociarle un significado distinto. La vulnerabilidad, concepto propio del lado oscuro de la tecnología, es un factor que potencia la hermeticidad al causar desasosiego entre los usuarios de la R.U.D.; considerando el hermetismo de un sistema como su seguridad frente a ataques externos, podemos afirmar que hermeticidad y hermetismo son variables inversamente proporcionales.

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Caso práctico.

Tras esta extensa introducción, la cual permitirá disfrutar y comprender mejor los ejemplos, paso a exponerlos en orden cronológico directo.

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1. Instalación del antivirus: Tras adquirir y registrar el producto, cuya marca omitiré para evitar publicidad negativa o positiva, recibimos dos correos con dos números de licencia diferentes. Después de analizarlos detenidamente, observamos que uno pertenece al programa y otro supuestamente al año de duración del contrato. Primer obstáculo, enviar dos licencias de numeración bastante similares únicamente produce confusión al usuario.

En el correo en el que se indica cómo insertar la licencia en el programa instalado no viene un enlace a éste, mientras que el que indica la web de descarga carece de instrucciones de registro. Al acceder a la página indicada hay que introducir un número de licencia, ambos valen, y el enlace observable sin desplazar el scroll nos permite descargarnos una versión de prueba completamente funcional, válida durante 30 días y, en teoría, registrable. Por otro lado, más abajo hay una sección de descargas, posteriormente otra de productos y finalmente enlaces a todos los programas. Resumiendo, un usuario cualquiera que acceda a la web, sin necesidad de registro, puede descargar dos versiones de un mismo programa, una completa (curioso que pueda descargarse sin licencia) y otra trial (de duración limitada pero con ubicación más accesible).

Si instalamos la versión trial, ésta nos permite introducir una licencia para registrarlo, pero tras introducirla, a pesar de estar registrada, su algoritmo nos muestra el número de días que faltan para que finalice el periodo de prueba. Es decir, aunque tengamos una licencia válida, incondicionalmente nos mostrará una pejiguera ventana durante 30 días, tras los cuales, como detectará nuestro número de licencia correcto, nos dejará continuar con su uso.

Después de desinstalar esta versión e instalar la otra menos accesible, el antivirus funciona correctamente, aunque su interfaz podría utilizarse como claro ejemplo de aplicación con ínfima “usabilidad”.

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2. Validación de Windows: Tras la escabrosa instalación del antivirus, procedí a actualizar Windows. A pesar de que su propietario me aseguraba que la copia era original, algo que en ningún momento pongo en duda, los servidores de Microsoft no opinaban lo mismo. Como confío en las personas y la búsqueda de la copia original resultó infructuosa, tuve que hacer uso de básicos conocimientos técnicos para, manipulando el registro de Windows, poder modificar su clave a una que sorteara exitosamente el proceso de validación.

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3. Actualización de Windows: Tras instalar las actualizaciones de Windows, al reiniciar el sistema éste nos obligaba a elegir entre dos cuentas “Usuario” y “Anónimo”, elección que no se producía anteriormente, ralentizaba el arranque y molestaba al usuario. La solución consistía en eliminar una tercera cuenta no relacionada con las dos mostradas, algo carente de toda lógica.

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4. Actualización de Internet Explorer: Por si todas estas trabas fueran pocas, cuando parecía que todo el proceso había finalizado, se produjo la más curiosa, original (en años jamás me había sucedido algo igual, aunque sí similar pero de causas radicalmente distintas) y sobretodo molesta, la locura digital de la rueda del ratón. Al visitar una página web cuyo tamaño excedía los límites de la pantalla, cuando intentábamos usar la rueda del ratón para desplazarnos, tras detenerla, la vesania que la poseía hacía que ésta siguiera actuando, produciéndose un scroll indeseado en la misma dirección durante un par de segundos. La inverosímil solución consistía en modificar las propiedades del ratón para maximizar su compatibilidad con Microsoft Office.

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Conclusiones.

Las actividades llevadas acabo con el objetivo de incrementar el hermetismo de nuestro sistema instalando un antivirus y diversas actualizaciones que nos den seguridad en el uso del ordenador, a pesar de que a priori el avance causado por su ejecución exitosa debería suponer una reducción de la hermeticidad, tras los impedimentos encontrados, puede no sólo no haber reducido el rechazo psicológico hacia la infotecnología, sino incluso haberlo incrementado considerablemente, reforzando asimismo el tan temido miedo al cambio (“Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”). Aquí se refleja el espíritu paradójico de la cinta de Moebius, ya que progresar hacia la reducción de la hermeticidad puede acabar alejándonos de ella.

P.D.: A pesar de que esté fuera de contexto, me gustaría plantear un pensamiento que, como vituperador de los “paso a paso”, siempre ha rondado mi cabeza. En mi opinión, la principal capacidad que un técnico (programador o ingeniero) debe tener no es la posesión ingente de conocimientos para saber qué hacer para resolver un determinado problema, sino la habilidad para saber cómo buscar la solución de un problema, en su más amplio y abstracto sentido.

Primer post de la categoría

Martes, 14 de Noviembre de 2006

Post inaugural.