La digitalización del Eros ¿una manifestación de la Representalidad?
Lunes, 22 de Enero de 2007Acabo de recibir un ejemplar en papel del número 70 de TELOS , tan reciente, tan reciente, que todavía no lo han subido a Internet, así que hasta dentro de unos días no podréis leer el artículo al que voy a referirme. Bien es verdad que tampoco tenéis tiempo ahora, con la preparación de los exámenes.
Se titula “La digitalización del Eros”, lo firma Tatiana Millán, profesora de la Universidad de Extremadura. Este artículo tuvo dificultades para ser aceptado, por la negativa de dos consejeros de redacción de la revista, pero yo insistí y al parecer con buenos argumentos hasta conseguirlo. Para mí, el fenómeno del cibersexo, explicado con el aliento teórico con el que lo expone la autora, es una manifestación humana derivada de la propiedad de “representalidad” del Nuevo Entorno Tecnosocial, (libro, pag. 243) igual que hablábamos un día de otros efectos, tales como la dependencia o el narcisismo de lo individual.
En el artículo, muy armado de referencias bibliográficas, se habla de que “somos seres sin cuerpo que deambulamos por la Red”. Escribe ´deambulamos´, que significa andar o pasear, no ´navegamos´, ni “flotamos”, que conste. “El cuerpo se relativiza en un juego de interacciones que lo hacen posible, nacemos ante el otro, con la ilusión de estar presentes…”. También dice, citando a la admirable Sherry Turkle, que “el mundo se ha convertido en algo mucho más amplio de lo que nuestras capacidades físicas pueden abarcar y ello nos ha obligado a construirnos un cuerpo digital para poder comunicarnos con el otro, un alma digital, instintos virtuales”.
¿Caben en estas consideraciones las actividades en Second Life, donde un avatar (representación virtual del jugador escogida por él mismo) puede comprar accesorios para engancharlos a su cuerpo digital , con objeto de “mantener” relaciones sexuales?.
Cuando podáis leer el artículo, si os interesa hacerlo, a ver si alguno de vosotros se anima a analizarlo desde el punto de vista de construir una argumentación sobre si lo que en él se cuenta podría verse como un efecto derivable de la representalidad. Por cierto, no divulguéis mucho por la calle estas nociones de almas y cuerpos digitales, porque si los internautas empiezan a verse mayormente como cuerpos digitales, nadie iría al centro de estética y bienestar que ha abierto mi hija, donde sólo tratan cuerpos físicos, o sea, más bien analógicos, con piel de verdad y carnes muy tangibles, aunque sea con aparatos.