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Archivo de la categoría "* MISCELÁNEA"

¿La tercera revolución industrial?

Sábado, 22 de Noviembre de 2008

En mi libro de 2004 “Más allá de Internet: la Red Universal Digital”, alrededor de cuyos conceptos más o menos giran casi todas las entradas de este blog, a medida que la realidad los va reforzando, escribí que parecía que la llamada “nueva economía” o “economía digital”, pensada para un espacio de información, olvidaba la existencia insoslayable del mundo material (pag. 104), cuando lo cierto es que habitamos una realidad muy compleja, donde habría que “diseñar y gestionar estructuras sociales complejas basadas en los cinco elementos interrelacionados el conjunto que R. Rodríguez Delgado  llamaba matergon: materia (mater), energía (ergon), información, comunicación y organización”. Siguiendo esa línea, el 31 de julio de 2008 publiqué en este blog una entrada argumentando que sobra información, falta energía ; “en estos momentos de crisis económica la realidad nos empuja a desplazar nuestra atención desde la información hacia la energía”.

Abundando en el mismo tema, en la sección “Eco-economía” (pags. 108-111) del capítulo titulado “Complejidad”, dentro del conjunto de capítulos denominados “Lecciones de economía digital”, me hacía eco (precisamente) del libro de Jeremy Rifkin dedicado a la economía del hidrógeno de la siguiente forma (palabras de Rifkin entrecomilladas): “utilizando los mismos principios de diseño y tecnologías que han hecho posible la Red Mundial de Información (World Wide Web)”, en la que millones de usuarios prosumidores podrán compartir energía peer-to-peer, es decir, horizontalmente, en un sentido social. En opinión de Rifkin, las actuales centrales eléctricas podrían convertirse en centrales eléctricas virtuales.

Pues bien, entrevistado el 25 octubre de 2008, Rifkin, quien, al parecer, es vegetariano, asevera que la producción y el consumo de carne es la segunda contribución del hombre al calentamiento global: tenemos 1.300 millones de vacas ¡qué sorpresa! emitiendo metano. Pese a ello, se confiesa amante de los animales y de la naturaleza. Pero lo que nos interesa aquí es que Jeremy teoriza y anticipa la Tercera Revolución Industrial. Transcribo algunas de sus opiniones:  ”estamos en el ocaso del viejo régimen de la energía, comandado por el carbón y por el petróleo (y también por el uranio), que son las energías que movieron la primera y la segunda revolución industrial y el proceso de globalización en los últimos 150 años”. 

Las grandes revoluciones económicas de la Historia -sostiene Rifkin- suceden cuando se reorganizan la energía y la forma de comunicarse (¿no nos suena esto al matergon al que me refería más arriba?), por lo que democratizar la energía, como ha ocurrido con la comunicación, sería la base de la Tercera Revolución Industrial. En la misma línea de “centrales eléctricas virtuales” que recogía yo en mi libro, Rifkin emite su concepto de intergrid, la internet de la energía, que es a lo que supongo que se ha referido Tom Raferty en su charla en el EBE (Evento Blog España, Sevilla) hace unos días cuando habló de GRID 2.0 (red de segunda generación) , una especie de Electranet para la gestión energética inteligente. ¡Cómo iba a faltar el 2.0!  Denomina a la gestión actual de la electricidad basada en el petróleo “Electricidad 1.0″.

Ahora bien, si miramos a la realidad político-económica más actual de estos días en nuestro país, concretada en las maniobras de la empresa rusa de petróleo Lukoil de hacerse (sin acudir a una OPA, excluyendo así a los accionistas llamados pequeños ahorradores) con el control de Repsol, el primer operador español de la industria petrolera y a la vez accionista importante en Gas Natural y en Unión Fenosa (electricidad), no vemos nada de esos vectores de democratización, sólo se ve afán de poder y dinero. ¿Qué diría de esta operación la profesora S. Zuboff, citada en la página 124 del capítulo “Dirigentes” de mi libro como propulsora teórica en 2002, junto con J. Maxmin, de la necesidad de un capitalismo distribuido o democrático?.

TIC, TAC, TOC, y ahora KIC

Miércoles, 29 de Octubre de 2008

Se aprende leyendo, mirando y escuchando. El otro día vi y oí en un programa de noticias en televisión que en España hay por lo menos un millón de personas que padecen TOC: Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Así que le pregunté a Google y me dijo que con esas siglas me localizaba casi 41 millones de entradas y una de ellas me contó lo difícil que es vivir con alguien que sufre TOC. Pero, además, según el informe FOESSA, después de una década de expansión económica, en España hay 8,5 millones de pobres (ingresos mensuales inferiores a  574 euros). ¡Qué panorama!

TOC me recordó a TIC, que resulta ser una palabra que, según el diccionario, significa, y siempre ha significado, ”movimiento compulsivo, que se repite con frecuencia, producido por la contracción involuntaria de uno o varios músculos”, pero curiosamente también, y   desde hace pocos años, son unas siglas para sintetizar al grupo formado por las siguientes siete palabras “Tecnologías de la Información y las Comunicaciones”, en inglés ICT, siglas que, a su vez, representan en español la síntesis de “Infraestructura Común de Telecomunicaciones”.

Llevo algún tiempo defendiendo, sin ninguna probabilidad de éxito, que esas siete palabras podrían haberse sustituido por una sola, “infotecnología”, pero este TIC se ha generalizado, usándose incluso en los títulos de los artículos, con el riesgo de que algunos lectores no entiendan lo que quiere decir, por ejemplo, “Impacto de las TIC en educación”. Buscando con Google salen más de 55 millones de sitios con TIC, pero en la primera página de las direcciones aparece este enlace patrocinado: “Corrija sus Tics. Supere sus tics con hipnosis. Psicólogas Col. 1ª Sesión Gratuita. www.centrocervantes.es Madrid. Menos mal que en la página titulada Mujeres TIC , éstas, seguramente para evitar confusiones, aclaran inmediatamente que “Somos Mujeres y nos gusta la tecnología: los gadgets, los videojuegos, los viajes y adoramos los gatitos”.

Para completar el cuadro, TIC, además y sin remedio, nos suena, y nunca mejor dicho, a tictac, palabra que, según nuestro diccionario, se emplea “para imitar el sonido acompasado que produce el escape de un reloj”. A su vez, TAC (Google, unos 30 millones de entradas), en esta época de tan avanzada instrumentación médica, nos sugiere un “TAC abdominal o un TAC cerebral” , o sea, una Tomografía Axial Computarizada (Computerizada, Computada o Computadorizada). A mí, personalmente, por deformación profesional, me recuerda a las iniciales de Teclear, Apuntar, Cliquear, como puede leerse en la sección dedicada a “Interfaces de usuario gráficas” de mi libro “Más allá de Internet: la Red Universal Digital” (pág. 184), o en la columna dedicada a las interfaces hápticas. También es la sigla oficial de un cuerpo de funcionarios: TAC (Técnicos de la Administración Civil). Como curiosidad turística, añadiré que en Puerto de la Cruz (Tenerife), en una calle cercana al lago Martiánez, hay un restaurante llamado TIC TAC  y en Madrid, calle Conde de Romanones, 5, una tienda de ropa con el mismo nombre. Dudo mucho que sus dueños se hayan inspirado en la sigla de las tecnologías o en la de los funcionarios para bautizar así sus negocios.

Y como esto de las siglas no para, ahora ha surgido una nueva, KIC, que, además de otros significados, que pueden encontrarse con el Google, quiere decir lo siguiente: Una KIC (Knowledge and Innovation Community, que en español sería CCI, Comunidad de Conocimiento e Innovación) es una asociación autónoma de instituciones de educación superior, organizaciones de investigación, empresas y otros participantes en el proceso de innovación. Tiene forma de red estratégica y busca la planificación conjunta de la innovación a medio y largo plazo con el fin de cumplir los desafíos del EIT (Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Este Instituto, muy recientemente creado, pretende estimular la creación de KICs, que, en resumen, serían un apartado importante de lo que llamo Comunidades Nootrópicas (comunidades orientadas a desarrollar procesos basados en el conocimiento o generadores de conocimiento) enfocado, en este caso, a potenciar la integración de las actividades y capacidades del triángulo formado por Educación (universidades), Investigación (centros públicos de investigación y centros tecnológicos) e Innovación (empresas).

Y ya, para terminar, tictac, reseño otra noticia, escuchada o leída también estos días, lamentable para nuestra competitividad, que me recuerda y confirma una vez más lo que escribí en el citado ensayo sobre comunidades nootrópicas acerca del bajo nivel de nootropismo de España: sólo hay una empresa española entre las cien europeas que más invierten en I + D.

Taller de periodismo (2): Entrevistas solicitadas urgentemente y no publicadas

Viernes, 24 de Octubre de 2008

A continuación pueden leerse las preguntas  planteadas urgentemente por la periodista María Ovelar (El País) al autor de este blog y las respuestas de éste, quien, después de varias semanas sin noticias del primero, consiguió localizar vía Google el reportaje “Y el libro se hizo móvil” para el que la periodista pidió la colaboración de F. Sáez Vacas, donde no aparecía ni una sola palabra de sus respuesta, a pesar de que ella, según declaró al pedir la entrevista, estaba muy interesada en conocer su opinión a raíz de la publicación del artículo “También nuestra mente se adapta al Nuevo Entorno Tecnosocial

- Entrevista -

P.  Me acaban de encargar un vida y artes para el diario El País y creo que me puede echar una mano. Y como siempre me toca redactarlo con prisas…He leído El nuevo entorno digital (artículo de El Cultural) y me interesa mucho su opinión.  Mi tema versa sobre “El libro en Internet y en el móvil”. Y sobre cómo se están rompiendo las barreras de la literatura con los nuevos soportes. Con la percha de Japón donde el último fenómeno de la literatura nipona es una novela titulada “Koizora” (Cielo de Amor) que ya ha sido leída por 25 millones de personas en sus móviles. ¿Cree que la aparición del fenómeno tiene que ver con una generación acostumbrada más al móvil (en Japón hay más móviles que ordenadores) y a los emoticones, los mensajes instantáneos etc.?

R. En principio, sí, especialmente si un alto porcentaje de esa generación estuviera afectada por la patología llamada movilmanía. Yo uso mucho el móvil, el ordenador y el televisor, pero no sería capaz de leer una novela ni cualquier otro texto largo en la diminuta pantalla (que ahora empiezan a llamar la tercera pantalla) de un teléfono móvil.

P.  ¿Este nuevo tipo de literatura y de entorno digital y lenguaje psicológico está afectando nuestros procesos mentales? … ¿Si sí, cómo?

R. Desconozco la novela Koizora y ese tipo de literatura, pero, en líneas generales, es indudable que la actual tecnología digital afecta a la estructura y dinámica de nuestros procesos mentales. Éstos se adaptan a la instantaneidad de acceso, a la conectividad hacia innumerables contenedores de información, a la versatilidad de formato de sus contenidos (texto, imágenes, sonido en el mismo documento), a la interactividad y a otras propiedades más que proporcionan las herramientas y soportes digitales, imposibles en un documento de papel.

P. ¿Cree que el soporte móvil llegará también a Europa…. alguna predicción temporal…? ¿Piensa que en Japón funciona y aquí funcionaría porque a muchos jóvenes la literatura clásica les deja fríos?

R. Si se refiere a los terminales móviles como soporte de textos literarios, si esa aplicación  no ha llegado a Europa, llegará, lo mismo que ya empieza a usarse como terminal para ver programas de televisión. Pero no tiene nada que ver con la literatura clásica, simplemente es el resultado del enorme y vertiginoso despliegue de herramientas digitales al alcance de cualquier ciudadano, las denominadas tecnologías para la vida cotidiana, que lógicamente son mucho mejor y más rápidamente asimiladas por las nuevas generaciones, a las que Baricco, en un ensayo reciente, llama bárbaros, en un sentido histórico no despectivo.

P. ¿Es esto una evolución? ¿Un paso más en nuestra civilización? ¿La tecnología convertida en herramienta para el conocimiento nos aliena?  ¿Hemos pasado de aprender a través de la lectura y escritura a adquirir conocimientos a través del ojo y el oído, nos estamos haciendo vagos? ¿Más bárbaros, como decía Baricco?

R. Algunos lo llamamos coevolución Humanidad-Tecnología. El ser humano siempre evoluciona en su interacción con la tecnología que inventa para sus necesidades o caprichos. Una parte de esa tecnología tiene que ver con la información y puede convertirse en herramientas para el conocimiento. La tecnología de imprenta de tipos móviles -curioso lo de móviles ¿verdad?-, inventada hace 550 años, generó el libro de papel y su influencia sobre la difusión de conocimientos ha sido revolucionaria. Los cambios sociales y culturales que produjo son asombrosos. Ahora hay nuevas y potentísimas infotecnologías que potencialmente también son herramientas para el conocimiento y no tienen por qué alienarnos. Tenemos que asimilarlas y dosificarlas, para explotar sus grandes posibilidades en el dominio del conocimiento en particular y de la cultura en general. La tecnología digital no es incompatible con la lectura ni con la escritura, ni con el arte, ni con los procesos educativos, pero cambia muchos de sus componentes. Tampoco tiene por qué conducirnos a la vagancia. Por ejemplo, de un documento digital podemos extraer trozos de información, registrarlos en nuestro procesador digital, introducir nuestros comentarios y reflexiones y hasta imprimirlos, si nos gusta más hacerlos a mano.

P. ¿Acabará siendo un objeto de lujo el libro en papel?

R. En un futuro podría llegar a ser un objeto de lujo en el supuesto de que su uso nos condujera a convertir todos los árboles en papel. El libro, si queremos seguir llamándolo así, admite ahora varios soportes, que no se excluyen los unos a los otros, aunque compiten por captar la atención de los lectores: el papel y varios tipos de tecnologías y diferentes clases de instrumentos y sus pantallas de presentación. Pero, hoy por hoy, si se acerca uno a un colegio de enseñanza primaria verá que todos los niños llevan mochilas ¡con ruedas! llenas de libros y cuadernos de papel.

Taller de periodismo (1): Entrevistas solicitadas urgentemente y no publicadas

Viernes, 24 de Octubre de 2008

A continuación pueden verse las preguntas, precedidas de una introducción al tema, planteadas urgentemente por el periodista Abel Grau (El País) al autor de este blog y las respuestas de éste, quien, después de varias semanas sin noticias del primero, consiguió localizar vía Google el reportaje  para el que el periodista pidió la colaboración de F. Sáez Vacas, donde no aparecía ni una sola palabra de las respuestas de éste. Parece que el periodista estaba interesado por el tema de si Internet influye en el proceso de pensar, tratado, entre otros autores, por el titular de este blog en sus reflexiones sobre la noometamorfosis y en particular por su conferencia de este verano en el país vasco (ver más abajo), de la que el periodista mostraba estar informado.

 Además de reproducir, como todos, que Nicholas Carr anda cuestionándose si el uso frecuente de Google no nos estará haciendo más estúpidos, el periodista podría haber mencionado, por contraste, al profesor Gary Small, del Instituto Semel para Neurociencia y Comportamiento Humano, en UCLA (Universidad de California en Los Angeles), que está demostrando experimentalmente, a través de investigaciones con gente de edad madura y de tercera edad, la influencia positiva de las actividades de búsqueda en Internet sobre las funciones de toma de decisiones y razonamiento complejo del cerebro. El dr. Small ha escrito también el libro “iBrain: Surviving the Technological Alteration of the Modern Mind. Haciéndose eco de estos descubrimientos, una periodista de Elmundo.es ha titulado su reportaje al respecto de forma muy llamativa: “Ponga a punto su capacidad cerebral con el “Dr. Google“.

- Entrevista -

En la sección de Sociedad de El País estamos preparando un reportaje sobre la influencia de internet en el desarrollo del cerebro; es decir, sobre cómo el modo de búsqueda de información que impone internet está modificando el modo en el que el cerebro recibe información. Por ello nos gustaría contar con su opinión como especialista, coincidiendo con la celebración de los cursos de verano de la UPV (Nota de F. Sáez Vacas: parece referirse  a mi conferencia Noomorfosis: nace la inteligencia digital en uno de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco, impartida el 26 de agosto pasado)

La idea que planteamos en el reportaje es que, como han advertido algunos expertos en neurociencia y psicología, internet está imponiendo un nuevo modo de acceder a la información que puede influir en el desarrollo del cerebro. Sostienen que el cerebro conserva su plasticidad durante toda la vida y por lo tanto puede adaptarse poco a poco a esa manera de suministrar información que proporciona la red: el modelo tradicional de comprensión “vertical” o en profundidad al leer libros, por ejemplo, está siendo sustituido por otro en el que domina el modo “horizontal” o superficial, en el que disminuye la atención, la concentración y la capacidad de seguir una línea de pensamiento sostenida. Igual que la aparición del reloj y de la imprenta impusieron cambios mentales (en la comprensión del tiempo y en la difusión de la información).

En relación con este planteamiento, me gustaría conocer  su opinión, por lo que aquí le envío unas preguntas.

P. ¿Es posible que la nueva manera de acceder a la información que impone Internet (fragmentaria, múltiple, que casi obstaculiza la reflexión y la concentración) pueda estar modificando el comportamiento del cerebro? ¿Es posible que este cambio influya a un nivel biológico, en la reconfiguración de las conexiones neuronales, de modo que se asemejen a la pauta que impone internet?

R. Internet per se no impone una manera fragmentaria de acceder a la información. La información que se coloca en Internet puede ser fragmentaria o no, pero ésa es otra cuestión. Por ejemplo, podemos acceder a un blog compuesto por informaciones cortas preparadas en formato hipertexto, con enlaces insertados que nos conducen a otros sitios web para conocer la información completa,  pero también a imágenes y a ensayos largos y libros enteros en soporte digital, que podemos leer en la pantalla haciendo “scrolling”, dedicándoles el tiempo que sea necesario o imprimirlos en papel. En términos operativos, la manera de acceder, la velocidad y la multiplicidad de informaciones son radicalmente distintas a las de documentos de papel y las bibliotecas y eso sí que tiene que estar modificando el comportamiento del cerebro. Sin embargo, la información a la que accedemos y la cantidad de tiempo y el uso que hagamos de ella los elegimos nosotros.

P. ¿Puede que estos cambios afecten, por ejemplo, a nuestra capacidad para leer un texto de manera sostenida, y que imponga un modo de “lectura por encima” o “superficial”?

R. Según los neurocientíficos -y le cito a Francisco Mora- “hoy es un hecho demostrado que el cerebro es un órgano plástico, es decir, siempre cambiante. Cambiante en su física, su bioquímica, anatomía y funcionamiento como expresión de su interacción con el mundo. Esta interacción cambia constantemente  el cerebro”. Nicholas Carr ha escrito un texto titulado “Is Google making us stupid?, donde nos confiesa que en los últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien, o algo, ha estado jugueteando con su cerebro, cambiando el esquema de su circuito neural, reprogramando su memoria, en resumen, transformando su proceso de pensamiento. Añade que ahora es incapaz de mantener la concentración en un libro durante más de dos o tres páginas. Otros autores, como V. Verdú o A. Baricco resaltan la tendencia a la superficialidad que va imponiendo el uso continuo de esta infotecnología. 

P. ¿Se han llevado a cabo estudios en España sobre esta materia?

R. Algunas reflexiones, creo que sí, pero no he oído que se hayan realizado estudios o investigaciones en profundidad. Personalmente, formulé hace dos años la hipótesis, que tendría que ratificar la neurociencia , de que un entorno intensivamente digital podría incluso estar cambiando la forma de inteligencia de los niños que se críen en ese entorno, hipótesis que, con el nombre de Noomorfosis Digital (noos -inteligencia- y morphosis -formación-)  publiqué en el blog de un amigo (véase http://antoniofumero.blogspot.com/2006/08/noomorfosis-digital.html). Claro está que cuando hablo de un entorno digital voy más allá de Internet y me refiero a la Red Universal Digital, que es la extensa infraestructura tecnológica que conforma nuestro entorno vital, al que en mi libro “Más allá de Internet: la Red Universal Digital”, Ed. Ramón Areces, 2004, llamé Nuevo Entorno Tecnosocial (NET).

P. ¿Es posible que este cambio que podría ejercer Internet se pueda notar ya, en el corto plazo de tiempo que va desde la aparición de Internet?

R. Insisto en que es un error hablar sólo de Internet, que, por su resplandor y espectacularidad, se lleva toda la fama. Tenemos que empezar a considerar al conjunto de la infotecnología como la causa de muchos de los cambios personales y sociales, ni mucho menos todos positivos, que podamos experimentar en nuestra adaptación al entorno por ella generado. Hay que asignar una gran influencia a las que llamamos Tecnologías para la Vida Cotidiana, que emplean cientos de millones de humanos y se desarrollan a una velocidad increíble y son muy poderosas y multifuncionales. Si algún lector quiere saber qué entiendo por esta clase de tecnologías y  no se conforma con la información fragmentaria de mis respuestas a esta entrevista, le invito a leer el contenido de un editorial mío publicado en esta dirección: http://www.campusred.net/TELOS/editorial.asp?rev=73 . Finalmente, la respuesta a la pregunta es que sí se notan ya los cambios, y mucho.

P. Aunque quizá sea pronto para conocer los efectos de esta influencia, ¿se puede aventurar algún pronóstico sobre lo que podría plantear esta influencia en el futuro? Por ejemplo, mayor dependencia de Internet, posibles desarrollos de la inteligencia artificial…? 

R. No aventuro más pronóstico que el de que la influencia será grande y creciente, pero necesitamos estudiar esos impactos más rigurosamente. Quienes usan la infotecnología, la Red Universal Digital o alguna porción de ella, van entrando, cada uno según sus circunstancias, personalidad, edad, entorno familiar o laboral, recursos, etc.,  en una esfera nueva y muy compleja, donde las nociones de tiempo, espacio, identidad, poder operativo, sentido de la acción, comunicación, inteligencia, concepto de realidad, relaciones sociales, privacidad, relaciones con el mundo material, movilidad, el concepto de yo, estructuras organizativas, educación, etc., son diferentes o muy diferentes.

Noomorfosis: Nace la Inteligencia Digital

Lunes, 18 de Agosto de 2008

(Resumen de la segunda conferencia)

Como se habrá explicado en la conferencia titulada “De la Revolución Hipermedia a la Red Universal Digital”, R.U.D, en la que Internet aparece como un factor clave, pero no único, como un germen de convergencia de las comunicaciones, es una estructura básica de un nuevo tejido infraestructural que crece y crece hasta llegar a integrarse en el interior de las cosas y de los organismos.  Es algo que va mucho más allá del espacio-tiempo: genera un Nuevo Entorno Tecnosocial (NET), donde todo cambia en la vida del humano.

Efectivamente, no sólo el espacio-tiempo: en su libro “Más allá de Internet: la Red Universal Digital”, el autor ha definido un modelo de Nuevo Entorno Tecnosocial, en el que propone 21 dimensiones generadas por la RUD, que modifican las condiciones sociales y personales bajo las cuales vivimos cuando utilizamos alguna de las partes de la RUD y nos convertimos, aunque sea a ratos, pero cada vez durante más tiempo, en infociudadanos. Dicho en términos potentes: quienes usan la infotecnología, la RUD o alguna porción de ella (TVIC) van entrando en una esfera nueva y muy compleja, donde las nociones de tiempo, espacio, identidad, poder operativo, sentido de la acción, comunicación, inteligencia, concepto de realidad, relaciones sociales, privacidad, relaciones con el mundo material, movilidad, el concepto de yo, estructuras organizativas, educación, etc., son diferentes o muy diferentes.

 Hay una definición de infociudad para entender lo que queremos decir, elaborada por este autor en un seminario a finales de 2004, que conecta muy bien con la reciente definición de TVIC, Tecnologías para la Vida Cotidiana: Espacio informacional donde los humanos de sociedades desarrolladas, mediante terminales con botones, teclas, pantallas, contraseñas e identificadores varios, se comunican y llevan a cabo una parte creciente de sus actividades habituales y otras muchas nuevas, convertidas en señales, lenguajes y procesos inmateriales, soportados por una potente infraestructura tecnológica de arquitectura reticular.

Partiendo de la base de que el ser humano se desarrolla coevolucionando con la tecnología, en general, y con la infotecnología, en particular, lo que da una ligera idea de los múltiples procesos transformadores  a los que se ve sometido, de todas las dimensiones de cambio posibles en esta conferencia nos interesan aquéllas que tienen que algo que ver con la adquisición del conocimiento (desarrollo cognitivo), la cultura, el desarrollo de su inteligencia, su psicología, etc.

En ese apartado de la coevolución, J. Rosnay elaboró el concepto de Hombre Simbiótico, entendiendo por simbiosis, en sentido amplio, “la asociación entre especies vivas que se realiza en beneficio mutuo de los intervinientes. Por extensión, asociación entre especies vivas y sistemas u organizaciones macrobiológicas, incluidas las máquinas o artefactos”, o sea, para nosotros, la infotecnología, o su representación infraestructural masiva, la Red Universal Digital. Lógicamente, no es igual el impacto de la infotecnología sobre un niño, si éste vive y se desarrolla actualmente en un entorno familiar y cultural rodeado de tecnología, de TVIC, a la que se adapta de forma natural, en la que participa como un infociudadano nato, que la de un hermano mayor, un padre o una madre, o de cualquier otro ciudadano que recibe el impacto de la RUD cuando ya su desarrollo cognitivo y psicológico recibió en su momento la influencia de otros factores. En esos procesos tan diferenciados es donde podemos encontrar las mayores causas de brecha digital, aparte de las diferencias naturales entre la estructura del cerebro humano (y sus resultados, p. ej. la inteligencia biológica) y la de las máquinas digitales (inteligencia no biológica).

A esos infantes se les llama nativos digitales, porque han nacido ya envueltos intensivamente en un entorno digital, nuestro NET. Los demás son, o somos, inmigrantes digitales, que tienen que hacer un esfuerzo enorme, a veces inviable o casi, para adaptarse a estos cambios tan drásticos que afectan a la forma de trabajar, de localizar y acceder a la información, de comunicarse,… ¿Genera la Red Universal Digital una inteligencia digital en esos niños, entendida como una forma de inteligencia, no mayor ni menor, sino distinta?  El autor cree que sí y al proceso formador le ha dado el nombre de Noomorfosis Digital. La primera publicación del concepto y del nombre se hizo como un “post” invitado en el blog de un amigo hace ahora exactamente dos años, en agosto de 2006

Si hablamos de Simbiosis, también podríamos hablar de Simbiogénesis y de Simbiomorfosis (formación por simbiosis). En tal caso, la noomorfosis debería ser considerada acaso como un apartado importante de las consecuencias de la simbiomorfosis.

Y ya puestos, por no considerar sólo a los nativos digitales, también habría que considerar el impacto de cambio sobre la inteligencia o la forma de pensar de los inmigrantes digitales, lo que podríamos llamar noometamorfosis. Hoy día, hay una gran polémica, potenciada por un reciente artículo de Nicholas Carr titulado “Is Google making us stupid?”, donde declara que Internet está modificando sus procesos de pensar, cambiando el esquema de su circuito neural, socavando su capacidad de concentración, transformando la forma de captar la información, que ahora “ve” como si fuera una corriente de partículas en rápido movimiento. Dice: “Internet se está convirtiendo en nuestro mapa y nuestro reloj, nuestra imprenta y nuestra máquina de escribir, nuestra calculadora y nuestro teléfono, nuestra radio y nuestra televisión”. Como se ve, aunque Carr no lo sepa, ni por supuesto haya leído mi libro, está yendo en su razonamiento “Más allá de Internet”.

De la Revolución Hipermedia a la Red Universal Digital

Lunes, 18 de Agosto de 2008

  (Este post y el siguiente son los resúmenes de las dos conferencias que impartirá su autor el 26 de agosto en el curso K.5 “Internet: La Última Utopía”, de la Universidad del País Vasco)

Es corriente clasificar por olas de tecnología la historia de la evolución de la humanidad moderna. Pero entre las tecnologías, las de la información han evolucionado de forma asombrosa en unas pocas decenas de años: los progresos son tan rápidos que, medidos en términos de generaciones humanas, no alcanza más allá de 5 generaciones el período en el que se han plantado los fundamentos directos, inventado y fabricado los artefactos de información que hoy día soportan casi todas nuestras actividades. Wood escribió hace pocos años que ahora nos encontramos en lo que él llama “la revolución de las redes”, que abarcará en su opinión el intervalo de 1975 a 2010.

Por su parte, el autor de la conferencia fija convencionalmente el año 2001 como el principio de la era digital o ciberespacial, donde incluye la emergencia de la Red Universal Digital y sus factores conexos, entre otros: Convergencia de las tecnologías, convergencia e interoperabilidad de las redes, multimedia distribuido, interfaces naturales, “home nets”, “body nets”, computadores ubicuos, ciberespacio, aumento de la inteligencia no biológica, etc. Este concepto lo desarrolló en el libro “Más allá de Internet: la Red Universal Digital”, Ed. Ramón Areces, publicado en 2004. Si alguien tiene interés en conocer algo más sobre el enfoque y contenido de este libro puede visitar la página, en la que encontrará su índice completo, extractos de varios capítulos, repertorio de términos y algunas cosas más.

No hay una definición precisa del concepto de Red Universal Digital (R.U.D.), entre otras razones porque lo que pretende es aglutinar aspectos de tendencia de la infotecnología hacia un tejido densísimo de artefactos que transforman de forma radical el entorno en el que vivimos, no precisar la estructura y función de un sistema concreto, porque no existe. Puede decirse que la R.U.D. es: “Un conjunto heterogéneo en plena evolución compuesto por múltiples y diferentes redes: Internet, redes informáticas de área local, redes telefónicas fijas, redes de telefonía celular, redes Wi-Fi, conexiones Bluetooth, redes de satélites GPS, redes de energía eléctrica con tecnología PLC (banda ancha de información por el enchufe), redes corporales, redes de sistema (un automóvil), Internet 0 (Internet de las cosas), redes de circuitos cerrados de TV, etc., cada día más digitales (incluyendo radio y televisión) e interoperables”. Su desarrollo y despliegue se está produciendo en poco más de una generación y media de los humanos, velocidad tan extraordinaria que no deja tiempo para asimilar adecuada y conscientemente sus consecuencias sociales en nuestra vida.

Dada la imposibilidad de entrar en detalles en este resumen e incluso en la conferencia, recomiendo a los lectores y asistentes a la conferencia que lean la entrevista que se me hace sobre este concepto, donde además figuran en la sección de webografía varias direcciones cuyos contenidos dan la oportunidad de profundizar en este tema y servirán para completar los contenidos de la conferencia.

La Red Universal Digital tiene una cierta arquitectura compuesta por muy diversas plataformas digitales (hardware y software, a tenor de la plataforma), redes de todas clases e interfaces, sobre la que se monta una infinidad de aplicaciones que, como se ha señalado, están transformando nuestro entorno vital y nuestras formas sociales, al que llamo Nuevo Entorno Tecnosocial, término que, aunque figura sólo en el subtítulo del libro antes mencionado, constituye la última parte del libro antes citado y representa lo más importante de la infotecnología actual: el impacto de cambio en nuestras vidas, desde casi todos los puntos de vista.

Examinando la vertiente de plataformas digitales o informáticas, donde más hay que fijarse es en las que forman la parte baja de la llamada pirámide de plataformas digitales, compuesta por dispositivos diminutos y baratos, pero potentísimos, como por ejemplo, los computadores ubicuos, que están contribuyendo a densificar la Red Universal Digital, que prácticamente llega a todas partes, haciendo más denso el tejido reticular, la densidad digital (aumenta la digitalidad social y mental hasta extremos increíbles). Tan es así que el autor ha creado un término formado por las siglas TVIC (Tecnologías para la VIda Cotidiana), para dar nombre a las tecnologías que usan habitualmente cientos de millones de ciudadanos no técnicos y que por esa misma razón son las causantes del desbordante e incontrolado ritmo de socialización infotecnológica. Véase al respecto un breve post sobre el origen del término TVIC o, más en profundidad, este editorial en la revista  TELOS.

La consecuencia de todo esto es que la hipermultifuncionalidad instrumental al alcance de casi todos los bolsillos (hay supermercados de este tipo de tecnología que ya hablan de “todo en uno” para publicitar el poder de estos instrumentos TVIC, por lo general móviles) ha crecido de manera tan desaforada que, en opinión del conferenciante, se hace imprescindible la introducción de unas bases tecnoculturales (principios mínimos de evaluación del impacto de tanta instrumentalidad en nuestro entorno personal, social y ambiental). ¿Quizá una EpIC, Educación para la InfoCiudadanía, como acabo de sugerir, un poco paródicamente, en el artículo “En el país digital de las “maravillas”, revista TELOS, jul.-sept., 2008? Más en serio, necesitamos desarrollar una sociología de la infociudad. Algunos de estos aspectos se tocarán en la conferencia “Noomorfosis: Nace la Inteligencia Digital”.

Algunas señales del “progreso”: sobra información, falta energía

Jueves, 31 de Julio de 2008

Nadie puede discutir que en los paises desarrollados vivimos en una sociedad de la información, el tejido infotecnológico de la Red Universal Digital se extiende y densifica día a día, las capacidades informacionales de la tecnología se multiplican y sus instrumentos -fijémonos en los móviles- son hipermultifuncionales (como dice la publicidad de un centro comercial de venta de infotecnología: lo tienen “todo en uno”) y ya la cantidad de información que se genera o circula se mide en exabytes. Las vidas de los infociudadanos transcurren (¿surfean?), frecuentemente sin verdadero control personal, en un océano de información. 

Precisamente, llevo algún tiempo pensando en escribir un largo ensayo sobre tecnocultura para proponer bases racionales y humanas de uso de la infotecnología, cuando de pronto me encuentro con un artículo sobre tecnobasura en la revista Muy Interesante, que muestra con datos y fotos los cementerios de móviles, de ordenadores y otro material electrónico que la gente desecha en promedio cada menos de dos años, para cambiarlo por otro más potente (por tanto, más cantidad, más tipos y más versatilidad en las informaciones y sus aplicaciones), sin, por supuesto, haberle sacado partido al anterior. Son decenas de miles de toneladas anuales de resíduos electrónicos, que no han contribuido demasiado a construir una sociedad del conocimiento. Si ese artículo de MUY cae por casualidad en manos de algún beneficiario habitual del canon digital probablemente lo celebrará con champán.

Tecnocultura y Tecnobasura suenan casi igual, pero, si se analizan, no pueden ser conceptos más dispares. Creo que, como escribí hace muchísimos años, gran parte de los ciudadanos vive inmersa en una especie de ingenuidad frente a la tecnología , y que, entre otros efectos variados, “un exceso de información tiende a anular la creación o regeneración de conocimiento”. Ya en ese trabajo de 1991, que llamé “La sociedad informatizada: Apuntes para una patología de la técnica”, titulé una sección “Hiperinformación y rendimientos decrecientes”. Mucha de esa patología que describí sigue vigente y las montañas de tecnobasura generada al ritmo actual son una muestra de patología. En mi “ingenuidad” académica yo abogaba por emplear la tecnología para componer circuitos de información de calidad, aumentar el conocimiento o desarrollar acciones con sentido. Mi impresión ahora es que se está generando una multiplicidad fragmentaria de subculturas digitales de usuario, rica por causa de la diversidad funcional disponible, pero con ciertas patologías de uso imputables a un exceso de funcionalidad difícilmente asimilable. 

Pero en estos momentos de crisis económica, la realidad nos empuja a desplazar nuestra atención desde la información hacia la energía, que escasea ante el enorme y creciente consumo, calificable en muchos casos de inconsciente despilfarro. Los datos que tengo anotados sobre nuestro país son que España genera menos del 20% de la energía que consume y tratándose de petróleo sólo el 0,2%. EL petróleo supone el 57,5% de la energía consumida, después, la electricidad (20,3%), el gas (16%), las energías renovables (3,9%) y el carbón (2,1%). Sube todos los días el precio del petróleo y por tanto la gasolina y el gasóleo, se hunde la bolsa, se declaran en huelga transportistas y taxistas, se encarecen los alimentos, empiezan a recurrir como remedio paliativo a los biocombustibles, encareciendo de paso los cereales y otros productos agrícolas, nos suben de golpe un 10% el precio de la energía eléctrica, le sugieren al personal de oficinas empresariales y de la administración que prescinda en verano de la corbata y el gobierno de nuestro país nos anuncia -en medio de una reacción de incredulidad y desconcierto público-que van a obligar a reducir en un 20% la velocidad máxima de los vehículos a motor en las entradas y vías de circunvalación ciudadana, además de que, en una decisión de “aguda” estrategia sin precedentes, van a regalar a cada hogar durante dos años una bombillita anual de bajo consumo.

Dadas las circunstancias, repaso también ahora mi columna Energía e Información, de 1990, y me hago eco de cómo señalaba en ella que para potenciar la sociedad de la información algunos estaban transmitiendo al mundo la noción de que éste funciona gracias a la información, hasta tal punto que la materia y la energía parecían convertirse en elementos secundarios y subsidiarios. Lo cierto es que sin elevados consumos de energía -escribía entonces un servidor- se tambalean los pilares de toda sociedad de la información. ¿O no?

En 1995, J. Rosnay escribió que “al igual que la dietética alimentaria ayuda a equilibrar la vida del ser humano, las sociedades industrializadas deben inventar una dietética de la información (para evitar la contaminación informativa) y una dietética de la energía (para reducir el despilfarro).

Reflexionemos sobre la Noometamorfosis

Domingo, 27 de Julio de 2008

El conocido y polémico articulista y escritor Nicholas Carr ha escrito un texto que ya sólo por el título Is Google making us stupid?  atrae inevitablemente  la atención y luego su contenido no sólo la refuerza sino que provoca el debate, en el que vemos cómo proliferan muy variados análisis, a favor y en contra, algo normal tratándose de los trabajos de este hombre desde que publicó “IT Doesn´t Matter”. De este artículo sobre Google se han publicado versiones en español, por ejemplo en LaVentana, 9 julio 2008, que titula su traducción con el sobretítulo de la versión original en inglés ¿Qué le está haciendo Internet a nuestros cerebros? .Como he leído mi nombre citado junto al de Carr en el blog El Principio de Incertidumbre en un post dedicado a El mito de la Multitarea y el Aprendizaje 2.0 (”desde la idea de noomorfosis digital planteada por Sáez Vacas hasta el temor de Nicholas Carr porque Google le esté convirtiendo en un estúpido, etc.”), por alusión no tengo más remedio que decir algo al respecto. Carr nos confiesa en su artículo que “en los últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien, o algo, ha estado jugueteando con mi cerebro, cambiando el esquema de su circuito neural, reprogramando la memoria” (…) a lo que añade que, después de una década en la que ha pasado mucho tiempo en línea, buscando y navegando, ahora es incapaz de mantener la concentración en un libro durante más de dos o tres páginas. Juntando su experiencia con las opiniones de diversos autores y de algún bloguero amigo, llega a la conclusión, que más adelante razona en términos generales del impacto transformador de las tecnologías, de que la Red, no sólo le suministra información, que “su mente espera ya como si fuera una corriente de partículas en rápido movimiento, sino que también conforma su proceso de pensamiento”.

Dejando aparte la valoración de si nos estupidiza o no, que es asunto que no puede lanzarse así como así en forma lapidaria (a decir verdad, en el caso de Carr, en forma interrogativa), y desconociendo si este hombre padece ya cierto grado de weborexia, es imposible no estar de acuerdo con esta conclusión general: el uso habitual de la infotecnología transforma los procesos de adquisición de nuestros conocimientos, de nuestra inteligencia, en definitiva, de nuestra mente. Lo dicen los neurocientíficos: “La estructura misma de nuestro cerebro, el tamaño relativo de las diferentes regiones, la fuerza de sus interconexiones, incluso sus funciones, presenta las huellas de nuestras decisiones, las habilidades aprendidas, las acciones que hemos realizado”.  Por su parte, N. Bostrom, director del Future of Humanity Institute, de la Universidad de Oxford, “no tiene duda de que la tecnología digital está influyendo sobre nuestros procesos mentales”.

Opiniones personales más o menos emotivas las tiene todo el mundo. Así, por ejemplo, el cantante Manolo García, antes componente del dúo El Último de la Fila, en una entrevista reciente, ha dicho que “los avances tecnológicos nos ciegan, que se venden aparatos para mirar páginas estrambóticas y que a Internet le falta poesía”.

Por estas fechas se va a cumplir el segundo aniversario del día en el que el autor de este blog introdujo el concepto y el término de Noomorfosis Digital, donde me refería a esa influencia infotecnológica sobre la formación de la inteligencia de los nativos digitales. Ahora no estamos hablando de la formación (morfosis), sino de la transformación (metamorfosis) de la inteligencia (noometamorfosis)  a la que, como inmigrantes digitales en un territorio cuya cartografía funcional y operativa cambia constantemente, estamos sometidos durante nuestra vida.

¿Metamorfosis? Esta bella palabra nos trae a todos a la memoria la novela de Kafka, pero a mí en particular me recuerda la portada del libro de autoría colectiva “Desafíos sociotecnológicos del siglo XXI”, año 1999, en el que colaboré con un artículo titulado “La conexión ciberespacial”. La autora de la portada era mi mujer, Pilar Lara, quien a su ilustración la llamó Metamorfosis. Ese rostro cambiante, distorsionado, que el lector verá reproducido un poco más abajo, parece querer representar metafóricamente los cambios internos que la infotecnología puede estar produciendo en sus humanos usuarios. La Editorial delegó en mí la responsabilidad de presentar en público ese libro y aproveché, entre otras cosas, para decir que era “una ilustración inquietante, que puede servir como metáfora de la fragmentación, de la inestabilidad y del tránsito inacabado a una nueva coherencia”

Desaf�os Sociotecnológicos

Dije más cosas en la presentación del libro de los Desafíos sociotecnológicos, algunas relacionadas con la metamorfosis y ahora creo que merece la pena dedicar un par de minutos a releerlas. Por ejemplo, establecí una cierta conexión de ideas con el libro de Italo Calvino “Seis propuestas para el próximo milenio”, en parte inspirado, según su autor, en el poema “Metamorfosis” de Ovidio. Calvino habla de mirar el mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y de verificación, con imágenes de levedad, de ingravidez, ante lo cual, este presentador y coautor del libro expone que resulta increíble que la “metamorfosis de la economía y de la organización social”, en general, la de un mundo en rápida evolución, dependa cada vez más de “materiales” tan ingrávidos como los bits. 

Creo que hay que reflexionar más sobre este asunto. Intentaré hacerlo, pero necesito tiempo. De momento, he anotado en mi cuadernillo que tengo que repasar mi ensayo de marzo de 1991 en la revista de pensamiento “Claves de Razón Práctica” nº 10,  en el que ya titulaba una sección de forma muy elocuente “Metamorfosis de los ciudadanos en procesadores y paquetes de información” y concentrarme en las páginas, no sólo en dos o tres, de los libros de A. Baricco “Los bárbaros”, que precisamente dedica tres capítulos a Google, de R. Simone “La tercera fase”, tal vez repasar a V. Verdú y su Personismo y quizá a E. Morin y algún otro autor clarividente.

EpIC (Educación para la InfoCiudadanía): Tecnocultura

Miércoles, 21 de Mayo de 2008

En mis ya dilatadas (en mi personal trayectoria) reflexiones sobre la sociotecnología de la información , un buen día, en el congreso “Cultura Digital y Ciudadanía”, Universidad Autónoma de Madrid, 15-19 noviembre, 2004, en mi ponencia titulada “Ya portamos en nosotros los terminales de la infociudad”, se me ocurrió definir el concepto de ´infociudad´, que, poco después, utilicé en otra ponencia, Sobre el poder y la fragilidad de algunos pilares técnicos de la sociedad de la información, en el Simposio Internacional ACTS, Madrid, enero 2005, cuyas actas, por dificultades que desconozco, aún no han llegado a publicarse. Acabo de colocar el texto de esa ponencia en mi página web, pero dicha definición, en realidad, se publicó por vez primera en soporte de papel en mi artículo El poder tecnológico de los infociudadanos: diarios y conversaciones en la Red Universal Digital, TELOS, oct.-dic., 2005.

He utilizado esta definición de infociudad varias veces en diferentes trabajos, publicados o no. La repetiré una vez más: “Espacio informacional donde los humanos de sociedades desarrolladas, mediante terminales con botones, teclas, pantallas, contraseñas e identificadores varios, se comunican y realizan una parte creciente de sus actividades habituales y otras muchas nuevas, convertidas en señales, símbolos, lenguajes y procesos inmateriales, soportados por una potente infraestructura tecnológica de arquitectura reticular”. Día a día vemos cómo la infociudad, entremezclada con la ciudad, con la misma velocidad y multifuncionalidad con la que crecen las Tecnologías para la VIda Cotidiana (TVIC), crece en intensidad, complejidad  y proporción, generando cambios y consecuencias, no pocos de ellos conflictivos, en todos los ámbitos de actividad humana.

Como ya escribí en este mismo blog, me parece que tenemos que desarrollar algo más que una alfabetización digital de los ciudadanos, porque la poderosa y ubicua infraestructura infotecnológica genera una transformación cultural , una rápida, aunque caótica, sociometamorfosis.  Es la transición, sin control y en el marco de notables insensibilidades o ignorancias de la mayoría de instituciones políticas, sociales y económicas, hacia una nueva cultura digital propia de una hipotética sociedad futura del conocimiento, lo que constituye un desafío multidisciplinar de complejidad sociotécnica, según mi modo de verlo. Es preciso ayudar a los que llamamos infociudadanos, que, en mayor o menor medida, y casi siempre con cierta especialización elegida por cada uno dentro del conjunto de las TVIC, somos casi todos, a que comprendan este nuevo entorno vital. Tal vez ingenuamente, pienso -y he escrito- que “todo infociudadano preocupado por alcanzar una mínima inteligibilidad del mundo en el que desarrolla sus actividades debería aprender unas bases de tecnocultura”.

La función última de lo que denomino ´tecnocultura´ es ayudar a formar una mente preparada para conocer y saber gestionar las consecuencias que la aplicación de las funciones tecnológicas disponibles tienen sobre las actividades del usuario, su entorno humano, socioeconómico y ambiental habituales y sobre él mismo y a evolucionar lo más armónicamente posible en un complejo Nuevo Entorno Tecnosocial. Tal vez, para que se me hiciera más caso, debería argumentar que esa tecnocultura podría llegar a materializarse didácticamente en una asignatura titulada -siguiendo la moda actual en España (EpC: Educación para la ciudadanía)- EpIC: Educación para la InfoCiudadanía.

TVIC y nativos digitales: ¿Sabemos adónde vamos?

Domingo, 13 de Abril de 2008

(Esta entrada es el texto, algo ampliado e hipertextualizado, de una columna de 380 palabras, que, con el título de “TVIC y nativos digitales”, se publicará en el número de jun.-jul., 2008 de la revista BIT, dentro de mi serie Infoneurastenia)

Leo que después de unos seis años de investigar por todos los procedimientos posibles un fémur de fósil de la especie bautizada “Orrorin tugenensis”, descubierto en Kenia en el 2000, los científicos han determinado que se trata de un hueso del primer homínido erguido (revista Science, marzo 2008). Era una especie bípeda de hace 6 millones de años.  Mientras lo leo, aparece entre mis papeles una foto de otro bípedo erguido, haciendo guardia con uniforme militar y un fusil entre las manos, que resulta ser el autor de este blog. Esta foto data de 1962, cuando servidor estaba en segundo curso de ingeniería y veraneaba haciendo obligatoriamente las milicias. ¡Cómo hemos evolucionado los bípedos!

Un factor que sí ha cambiado es la velocidad de cambio, al menos el de los conocimientos. Por entonces yo no sabía qué era un bit y mucho menos un ordenador, y así acabé mi carrera de teleco. Es explicable. Redondeando didácticamente, puede decirse que la Humanidad tiene aproximadamente una antigüedad de unas 120.000 generaciones (calculando 25-30 años por generación);  la imprenta, 22; el teléfono, 5; la televisión, 3;  el ordenador y el transistor, 2; Internet, 1; la Web, ½. Prácticamente es imposible seguir la evolución de la tecnología, salvo aislándose en una intensa especialización. Además, su socialización, en su faceta de TVIC (Tecnologías para la VIda Cotidiana) es extrema en los países desarrollados.

Nuestros bípedos retoños nacen y se desenvuelven en un entorno básicamente digital. Mientras nosotros nos esforzamos en razonar e intentamos explicar las propiedades de invisibilidad, instantaneidad o multisensorialidad de la tecnología, la tendencia a la nanotecnología y a la tecnología inteligente, y hasta filosofamos sobre sus consecuencias, ellos lógicamente no entienden nada de estructuras ni de los porqués, pero captan la funcionalidad y no se sorprenden de las cosas -para nosotros asombrosas- que hacen las TVIC. Mi nieto de 6 años contesta feliz a los SMS que le envío al teléfono de su madre. Él ya me enseña cómo buscar algunos juegos en Internet y cómo jugar con ellos. Cuando vemos juntos películas como “Crónicas de Spiderwick”, le parece totalmente natural que haya seres invisibles que pueden verse con un anillo especial o que el elefante “Horton” hable con los habitantes de una ciudad entera contenida en una mota de polvo. Si yo le dijera que hay una cámara que “ve” a través de la ropa, un sistema que permite controlar un ordenador con los gestos de las manos, o que pueden abrirse puertas simplemente tocando con los dedos, se quedaría tan tranquilo.

En los años 70, las empresas fabricantes de tecnología informática , con fines publicitarios, hacían animales muy originales compuestos por imitaciones de piezas electrónicas para mostrar de forma impactante la composición interna de los ordenadores. Servían para adornar un mueble, y a veces adoptaban la forma de los naipes de una baraja para póker o de ceniceros. Aún guardo algunos dinosaurios, tigres y un cenicero con un búho.

Hoy, unos 30 años después, cuando casi entramos en la era de la nanotecnología y de los chips que imitan las células neuronales, todo esto casi sólo tiene un sentido (importante, eso sí, aunque no se le reconozca) de objetos históricos o museísticos.

Intento estudiar la formación de la inteligencia de estas generaciones nuevas aceleradas (mi concepto de “noomorfosis digital“). El filósofo J. A. Marina me escribe diciéndome que está muy interesado en investigar las “tecnologías de la inteligencia”, las que tocan el cerebro y hacen que se organice y funcione de manera diferente. Él piensa que “las generaciones que han nacido ya en entornos digitales manejan su cerebro de manera diferente, al menos en  tres dominios: la gestión de la atención; la capacidad de relacionar informaciones dispersas y la gestión de la memoria”. A. Baricco, en su recientemente publicado libro en español “Los bárbaros: Ensayo sobre la mutación” sugiere que estamos en época de “mutantes”, lo que está cambiando el mapa de la realidad de lo conocido. Un aspecto curioso -lo señala la contraportada del libro citado- es que el autor considera “Google como un avance tecnológico que, más que un símbolo, es el campamento o palacio de los bárbaros, ya que refleja su forma de entender la cultura como navegación rápida por la superficie, como búsqueda de espectacularidad… En cambio, el alma burguesa, tan bien representada por la obra de Ingres o Beethoven aboga por una cultura del esfuerzo que choca con el ansia de experiencias veloces que buscan los bárbaros”. Este planteamiento nos recuerda el de la nueva cultura del personismo descrita por V. Verdú. Carmen, una alumna mía de la asignatura Innovación Tecnológica de este curso 2007-2008 ha escrito su trabajo individual con este título: ¿Sabemos adónde vamos?. Yo me pregunto si tan siquiera sabemos hacia dónde vamos, que es aún más impreciso.